LA CARGA DEL HOMBRE BLANCO DE WILLIAM EASTERLY

En su libro "La Carga Del Hombre Blanco", William Easterly presenta una crítica contundente a los enfoques tradicionales de la ayuda occidental, argumentando que han sido paternalistas y han fallado en lograr mejoras sostenibles en los países en desarrollo. Easterly sostiene que la mentalidad paternalista, que ve a los donantes como salvadores que imponen soluciones prefabricadas, ha contribuido a la ineficacia de muchos programas de desarrollo.

Según Easterly, la planificación centralizada ha sido perjudicial, ya que los enfoques uniformes no tienen en cuenta las complejidades y particularidades de cada contexto local. Esta falta de adaptación a las realidades específicas de cada región ha llevado a un despilfarro de recursos y a la perpetuación de la pobreza en lugar de su erradicación. La rigidez de los programas previamente elaborados, en su opinión, ha impedido, tanto la capacidad de respuesta necesaria para abordar las posibles circunstancias cambiantes, como las necesidades de los países receptores de la ayuda.

En contraposición a este enfoque, Easterly aboga por un cambio hacia estrategias más descentralizadas y orientadas al mercado. Argumenta que las soluciones efectivas para el desarrollo deben surgir a nivel local, donde la población de los países receptores de ayuda participa activamente en la identificación de problemas y en la implementación de soluciones. La descentralización permitiría una mayor adaptabilidad a las circunstancias locales y fomentaría la toma de decisiones desde abajo hacia arriba.

Además, Easterly subraya la importancia de la participación activa de las personas en los países receptores de ayuda ya que, al involucrar a las personas afectadas, se busca garantizar que las soluciones satisfagan sus necesidades y las propuestas sean culturalmente apropiadas y socialmente aceptables.

Easterly aboga por la transparencia y la rendición de cuentas. Argumenta que la transparencia en la implementación de programas de desarrollo es esencial para garantizar que los recursos se utilicen eficientemente y que los responsables rindan cuentas por los resultados. La rendición de cuentas tanto de los donantes como de los receptores es un componente clave para evaluar la efectividad de los esfuerzos de desarrollo.

EL ETERNO DEBATE ENTRE WILLIAM EASTERLY Y JEFFREY SACHS, CON PAUL COLLIER “POR MEDIO”.

El debate entre William Easterly y Jeffrey Sachs refleja dos perspectivas fundamentales acerca de cómo abordar el problema de la pobreza en los países en desarrollo, especialmente en el contexto africano. Easterly aboga por un enfoque bottom-up, sosteniendo que la raíz del problema reside principalmente en los propios países afectados. Critica las intervenciones masivas y generales, como los Objetivos de Desarrollo del Milenio, señalando que a menudo resultan en despilfarro y no logran abordar los problemas fundamentales.

Su enfoque se centra en la importancia de mejorar las instituciones políticas en los países en desarrollo, especialmente combatiendo la corrupción. Easterly considera que la política efectiva es clave para establecer políticas económicas sensatas y sostenibles. Propone estimular el mercado desde la base, evitar la corrupción y trabajar a nivel local. Para él, la ayuda debe concentrarse en áreas específicas con objetivos cuantificables.

En contraste, Sachs sostiene la idea de una "trampa de la pobreza" que atrapa a ciertos países africanos. Aboga por un aumento significativo en la ayuda internacional como medio para liberar a estos países de la trampa de la pobreza. Su enfoque se orienta hacia objetivos específicos, como el control de enfermedades, la producción de alimentos y la mejora de las condiciones básicas de vida. Sachs argumenta que la pobreza extrema se puede erradicar con un mayor apoyo económico y una estrategia técnica sólida.

La disputa entre Easterly y Sachs se extiende al debate sobre la ayuda al desarrollo en general. Easterly critica los Objetivos del Milenio, acusándolos de ser grandilocuentes y utópicos. En contraposición, Sachs defiende la necesidad de un "gran empujón" para liberar a los países africanos de la pobreza, argumentando que la ayuda ha desempeñado un papel crítico en el crecimiento de países como India.

En el debate entre William Easterly y Jeffrey Sachs, Paul Collier se encuentra en una posición intermedia. Collier reconoce la complejidad del panorama africano y la existencia de estados fallidos en el África Subsahariana. Aunque comparte con Easterly la importancia de abordar las deficiencias internas, Collier introduce la idea de que, en algunos casos, la intervención externa puede ser esencial para ayudar a los países a salir de la trampa de la pobreza.

La postura de Collier sugiere una perspectiva más equilibrada en comparación con las posiciones extremas de Easterly y Sachs. Al reconocer la realidad de los estados fallidos y las limitaciones internas, Collier no descarta automáticamente la ayuda externa como parte de la solución. Su posición intermedia implica una evaluación caso por caso, reconociendo que, en circunstancias específicas, la intervención externa puede ser beneficiosa y necesaria.

Collier, al igual que Easterly, subraya la importancia de abordar las deficiencias internas, pero no descarta la posibilidad de una ayuda externa eficaz en situaciones particulares. Esta perspectiva intermedia se distancia de la resistencia completa a la intervención externa de Easterly y, al mismo tiempo, evita la dependencia total de la ayuda propuesta por Sachs.

En última instancia, la posición intermedia de Paul Collier destaca la necesidad de flexibilidad y adaptabilidad en la formulación de estrategias de desarrollo. Reconoce que no hay soluciones universales y aboga por un enfoque que tenga en cuenta las circunstancias específicas de cada país en desarrollo.

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